¿Cómo nos
afecta la falta de privacidad?
Hay docenas de estudios que demuestran que cuando
alguien sabe que puede estar siendo observado, su comportamiento es mucho más
conformista y complaciente. La vergüenza es un motivador poderoso, y también lo es el
deseo de evitarla, y es esta la razón por la que las personas, cuando estamos siendo
vigiladas, tomamos decisiones que no son producto de un impulso propio y natural, sino
de las expectativas que los demás han puesto en nosotros y de los principios y normas
aceptados en cada momento por la sociedad que nos rodea.
Es cierto que las personas somos seres
sociales, lo cual significa que tenemos necesidad de otras personas, de saber qué
hacen, dicen o piensan, por eso, voluntariamente, publicamos información sobre
nosotros en Internet. Pero no es menos cierto que para tener una libertad plena como
ser humano necesitamos espacios alejados de las miradas de otras personas. Hay una
razón fundamental por la que todos buscamos este espacio, y la razón es muy
sencilla: todos nosotros —no solo los terroristas y criminales, todos nosotros—
tenemos cosas que esconder, cosas que no nos gustan que se sepan.
Hay muchas cosas que hacemos o pensamos, que estamos dispuestos a decírselas a
nuestro médico, a nuestro abogado, a nuestra esposa, a nuestro mejor amigo pero que
nos pondrían en un serio apuro si se hicieran públicas.
Una sociedad en la que las personas pueden ser controladas en todo momento es una
sociedad que engendra conformismo, obediencia y sumisión, es por ello que los
regímenes totalitarios, de los más cerrados a los más abiertos y sutiles, anhelan
este control de la vida privada para ejercer su poder.
No menos importante es la privacidad para la innovación y la creatividad, la cual
necesita de espacios donde podamos pensar, razonar, interactuar y hablar sin los
juiciosos ojos de los demás sobre nosotros, espacios para la exploración, para
avanzar en las propuestas que van contra el orden y las reglas en curso. Cuántas
personas a lo largo de la historia han pagado con su vida por pensar de forma
distinta o diferente a lo que estaba establecido y el tiempo luego les dio la razón.
Las sociedades libres deben de mantener un buen equilibrio en materia de privacidad
para permitir que florezca la innovación.
Otro aspecto importante es el derecho a tener una segunda oportunidad que se ve
limitado si no podemos mantener en privado determinadas informaciones del pasado que
pueden tener un efecto perverso en el presente o en el futuro.
¿Qué cambia la tecnología en materia de privacidad?
La tecnología está cambiando el paradigma de la
privacidad en primer lugar por la cantidad de datos personales que se generan y que se
almacenan cada día en un ente abstracto que llamamos Internet o la nube. Para tener una
idea de la dimensión basta con observar estos datos:
- Ya hay más de 3400 billones (un billon =
mil millones) de usuarios de Internet, hay más móviles que personas en el mundo y en
cada instante hay más de mil millones de usuarios activos en las redes sociales
Cada día se suben a Internet más de 350
millones de fotografías y se envían más de 205 billones de correos electrónicos..
Cada minuto se hacen 2,5 millones de
búsquedas, se envían 20.8 millones de whatsapps, y se escriben más de 400.000 tuits.
A esto hay que añadir algunas realidades que ya están aquí como son los dispositivos
wearables que registran toda nuestra actividad y las constantes vitales, el
reconocimiento facial, que permite que nos identifiquen en fotos que otros han
subido, el Internet de las cosas, con millones de dispositivos aportando datos que
afectan directamente a nuestra privacidad.
Datos se guardan en servidores de diferentes empresas y ubicados en países distintos
sin que sepamos quien o quienes tienen acceso a ellos ni en en que condiciones se
custodian.
¿Por
qué son tan importantes nuestros datos?
Son varios las publicaciones que se refieren a los
datos personales como el "petróleo de la nueva economía". El valor de cotización en los
mercados de algunas de estas empresas, cuyos negocios se apoyan en la explotación de
datos personales, demuestra de forma empírica esta afirmación.
El conocimiento detallado de las personas que
utilizan sus servicios les ha permitido, a muchas de estas empresas, desarrollar
productos y servicios tremendamente atractivos tanto para el mercado publicitario,
como para los propios usuarios que en general los utilizan de forma gratuita a
cambio de que las empresas puedan explotar los datos que les aportamos los propios
usuarios.
Los dispositivos móviles, los monitores de actividad, lo que buscamos, lo que
publicamos y lo que se dice de nosotros o lo que consultamos en Internet generan
millones de informaciones de cada uno de nosotros.
Hay otra tendencia que se está consolidando en forma de nuevas aplicaciones y
servicios que son los asistentes virtuales cuyo objetivo es que nos proporcionen
aquello que necesitamos en cada momento. Asistentes, a los que nos dirigiremos a
través de micrófonos y cámaras, las cuales necesitan estar en modo "escucha" de
forma permanente y esto plantea, sin duda, nuevos desafíos en materia de
privacidad.
Todos estos datos son utilizados para generar negocios y es importante que estos sean
cada vez más transparentes y respetuosos con las personas y con su privacidad.
¿Dónde está el equilibrio entre privacidad y explotación de los datos?
Encontrar el equilibrio es la clave para que haya un
desarrollo sostenible y esto requiere una relación de confianza entre el usuario y las
empresas, servicios, equipos y aplicaciones que utiliza.
Si bien es cierto que el ciudadano está
encantando porque dispone de aplicaciones y servicios gratuitos que le hacen la vida
más fácil y que las empresas, cuyo modelo de negocio se basa en la explotación de
datos personales, están dando cada vez más herramientas para que el usuario tenga un
mejor control de su privacidad, no es menos cierto que el centro del ecosistema
actual está ocupado por estas empresas que actúan como agregadores de los datos
recogidos por ellos mismos o por terceras partes.
El nivel de preocupación por la privacidad en los usuarios de Internet es bajo, ya
que en general confía en el ecosistema. El ciudadano normal desconoce quién o
quienes tienen acceso a sus datos, cómo se recolectan, para que se usan, para que se
podrían usar y desconoce el valor de sus datos personales. Sin embargo valoramos
nuestra privacidad y hay una corriente creciente que empieza a preguntarse sobre
donde están los límites y si hay desequilibrios que se deberían corregir.
Existe por tanto una responsabilidad de todos para sensibilizar a la sociedad y a sus
ciudadanos para que dejen de ser agentes pasivos y pasen a ser sujetos activos en la
gestión de su privacidad.
Para que esto suceda es importante dotarle de herramientas y de un marco regulatorio
adecuado y de herramientas que le permitan conocer entre otras cosas quién, cómo y
cuando se utilizan sus datos personales, saber el precio que tienen sus datos y el
valor que generamos cuando usamos las diferentes aplicaciones y gestionar de forma
sencilla y centralizada su privacidad.
Otra forma de empoderar al ciudadano es permitirle que tenga acceso real a sus datos
personales con independencia de quien los haya recogido y esto significa que pueda
acceder a ellos en formatos abiertos, interfaces estándares que conviertan los silos
(donde están ahora encerrados nuestros datos) en recursos reutilizables para quien
propio usuario decida.
En definitiva se trata de que los Usuarios tengan cada vez mayor información y
control de sus datos, que las empresas y organizaciones sean cada vez más
transparentes y respetuosas en el uso que hacen de ellos y esto contribuye a la
generación de confianza y al florecimiento de los negocios.